Resumen ejecutivo
Tras una fuerte desaceleración en los últimos tres trimestres de 2018, el ritmo de la actividad económica mundial continúa siendo débil. En particular, el ímpetu de la actividad manufacturera se ha debilitado sustancialmente y ha tocado niveles no vistos desde la crisis financiera mundial. En términos más generales, las crecientes tensiones comerciales y geopolíticas han agudizado la incertidumbre que rodea el futuro del sistema de comercio mundial y la cooperación internacional, perjudicando la confianza de las empresas, las decisiones de inversión y el comercio internacional. Un notable vuelco hacia políticas monetarias más acomodaticias —tanto a través de la acción como de la comunicación— ha amortiguado el impacto de estas tensiones en el ánimo y la actividad de los mercados financieros, en tanto que la resiliencia general del sector de los servicios ha respaldado el aumento del empleo. Ahora bien, el panorama continúa siendo precario.

Para 2019 se prevé un crecimiento mundial de 3,0%, que representa el nivel más bajo desde 2008–09 y una rebaja de 0,3 puntos porcentuales de la proyección publicada en el informe de abril de 2019 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO). Se prevé que el crecimiento repunte a 3,4% en 2020 (una revisión a la baja de 0,2 puntos porcentuales respecto de abril), más que nada gracias a la mejora proyectada del desempeño económico de varios mercados emergentes de América Latina, Oriente Medio y economías emergentes y en desarrollo de Europa que se encuentran sometidas a tensiones macroeconómicas. Sin embargo, teniendo en cuenta la incertidumbre en torno a las perspectivas de varios de estos países, la desaceleración proyectada en China y Estados Unidos y los destacados riesgos a la baja, el ritmo de la actividad mundial bien podría resultar ser más moderado. Para evitar ese desenlace, las políticas deberían apuntar decisivamente a disipar las tensiones comerciales, reimpulsar la cooperación multilateral y brindar a la actividad económica un respaldo oportuno en los casos en que sea necesario. Para afianzar la resiliencia, las autoridades deberían abordar las vulnerabilidades financieras que plantean riesgos para el crecimiento a mediano plazo. Lograr un crecimiento más inclusivo, que es esencial para garantizar mejores perspectivas económicas para todos, debería seguir siendo un objetivo principal.

Capítulo 1: Perspectivas y políticas mundiales
Durante el último año, el crecimiento mundial disminuyó drásticamente. Entre las economías avanzadas, el debilitamiento ha sido generalizado y ha afectado a las grandes economías (Estados Unidos y, especialmente, la zona del euro) y a las economías avanzadas más pequeñas de Asia. El enfriamiento de la actividad ha sido más pronunciado entre las economías de mercados emergentes y en desarrollo, como Brasil, China, India, México y Rusia, así como en algunas economías aquejadas por tensiones macroeconómicas y financieras.

Capítulo 2: ¿Más cerca o más lejos entre sí? Disparidades y ajustes regionales de cada país en las economías avanzadas
Las disparidades regionales subnacionales —dentro de cada país— en el producto real, el empleo y la productividad en las economías avanzadas han concitado mayor interés en los últimos años en un contexto de crecientes tensiones sociales y políticas. Las disparidades regionales en la economía avanzada promedio han aumentado desde fines de los años ochenta, como reflejo de los beneficios de la concentración económica en algunas regiones y un estancamiento relativo en otras. En promedio, las regiones rezagadas tienen peores resultados en materia de salud, menor productividad laboral y mayor proporción de empleo en los sectores de la agricultura y la industria que otras regiones dentro del mismo país. Asimismo, el ajuste en las regiones rezagadas es más lento, ejerciendo los shocks adversos efectos negativos más prolongados en el desempeño económico. Aunque han sido extensamente debatidos, los shocks del comercio —en particular, la mayor competencia de las importaciones en los mercados externos— no parecen impulsar, en promedio, las diferencias en el desempeño del mercado laboral entre las regiones rezagadas y las otras. En cambio, los shocks tecnológicos —representados por la caída de los costos de los bienes de capital en maquinaria y equipos— elevan el desempleo en las regiones que son más vulnerables a la automatización, perjudicando especialmente a las regiones rezagadas más expuestas. Las políticas nacionales que reducen las distorsiones y fomentan la existencia de mercados más flexibles y abiertos, al tiempo que proporcionan una robusta red de protección social, pueden facilitar el ajuste regional a los shocks adversos, atenuando el aumento del desempleo. Las políticas basadas en el lugar que estén dirigidas a las regiones rezagadas pueden también cumplir un papel, pero se las debe calibrar con cuidado para asegurar que faciliten un ajuste beneficioso en lugar de obstaculizarlo.

Capítulo 3: Reavivar el crecimiento en las economías de bajo ingreso y de mercados emergentes: ¿qué papel pueden cumplir las reformas estructurales?
El ritmo de las reformas estructurales en las economías de mercados emergentes y en desarrollo fue rápido durante los años noventa, pero se ha desacelerado desde principios de los años 2000. A partir de una base de datos de reciente construcción sobre las reformas estructurales, en este capítulo se observa que un avance de las reformas en ámbitos tales como la gobernanza, el financiamiento interno y externo, el comercio y los mercados de trabajo y de productos podría aportar considerables mejoras del producto en el mediano plazo. Un paquete de reformas amplio y sustancial podría duplicar la velocidad de la convergencia de la economía promedio de mercado emergente o en desarrollo hacia los niveles de vida de las economías avanzadas, elevando el crecimiento anual del PIB alrededor de 1 punto porcentual durante cierto tiempo. A la vez, las reformas requieren varios años para deparar resultados, y algunas de ellas —la flexibilización de las normas de protección del empleo y la liberalización de las finanzas internas— pueden entrañar costos más altos a corto plazo cuando se las lleva a cabo en tiempos difíciles, por lo cual es más conveniente implementarlas en un contexto de condiciones económicas favorables y en una etapa temprana del mandato electoral de las autoridades. Los beneficios de las reformas también tienden a ser mayores cuando la gobernanza y el acceso el crédito —dos factores que pueden constituir importantes limitaciones para el crecimiento— son sólidos, y allí donde la informalidad del mercado laboral es más alta, porque las reformas contribuyen a reducirla. Estos hallazgos ponen de relieve la importancia de adecuar prudentemente las reformas a las circunstancias propias del país para maximizar sus beneficios.