El ‘think tank’ de los países ricos vuelve a rebajar la previsión de crecimiento para 2020 y llama a los Gobiernos a aplicar estímulos fiscales centrados en medio ambiente y digitalización.

Los malos presagios sobre la economía global se suceden semana tras semana, informe tras informe: en octubre fue el turno del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ahora le toca a la OCDE. En un clima de creciente tensión comercial, menor demanda privada e inversión lastrada por la incertidumbre, el crecimiento mundial se quedará este año y el próximo en el 2,9%, su nivel más bajo desde la Gran Recesión y casi medio punto por debajo de la media del último lustro. Un escenario adverso, con correcciones a la baja, del que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) lleva meses avisando y que ha constatado en su informe anual de proyecciones económicas, publicado este jueves. Por primera vez, el organismo con sede en París subraya que la ralentización no responde a un “shock cíclico”, sino a “cambios estructurales” que los Gobiernos siguen sin atender y que se dividen en dos grupos: los que ya se podrían catalogar ya como clásicos -las tensiones comerciales, pese a las recientes señales de distensión entre Washington y Pekín, y geopolíticas- y dos nuevas variantes: la digitalización y, muy especialmente, el cambio climático, que el ente presidido por Ángel Gurría sitúa como problemas “estructurales” y sobre los que hace un llamamiento especial para que sean atendidos con urgencia.