Santo Domingo, RD
En 60 años, la República Dominicana ha dado grandes avances en materia de libertad de expresión y cultos, al extremo que hace un par de días los evangélicos reunieron en el principal aforo del país del Centro Olímpico a los seguidores de La Batalla de la Fe.
Tal cosa era impensable en esos años atrás cuando los evangélicos no podían entrar a predicar la palabra de Dios en Higüey, un bastión católico que lo defendía el atraso en la creencia popular y los Jinetes del Este de Félix Bernardino, fieles a Trujillo.
Con su lábaro en alto los enemigos de su culto perseguían a cualquiera que anduviera biblia en manos. La situación comenzó a mejorar cuando el Vaticano erigió en Obispado el templo mariano y entronizó como obispo a monseñor Félix Pepén.
Un sabio, que era consultado por la jerarquía y que tenía a su cargo la revisión de FIDES, la revista católica principal, escribió un hito al ser el primer negro nativo nombrado en un obispado, a lo que el Vaticano, siempre acusado de racismo cedió en víspera del concilio de 1962-65.
El pasado miércoles cuando los evangélicos de todo el país se reunieron en La Batalla de la Fe escucharon a sus pastores denunciar a los políticos corruptos, pidieron no votar por los que favorecen a los colectivos LGBT y le lanzaron una indirecta a una diputada librepensadora.
En el caso, se trataba de la oposición virulenta de los evangélicos locales como también de la Iglesia Católica, que están luchando vida o muerte contra todo tipo de contracepción, favoreciendo únicamente el método del ritmo.
Están cerca del poder
En la teoría los evangélicos mantienen las tesis prudentes de hace 60 años y más, pero en la práctica cierran filas con los católicos que tienen un despacho de “liaison” que ha puesto a ese credo cerca del poder aunque denuncie la corrupción y el daño de los políticos.
Las posturas locales evangélicas que son casi inconmovibles, se contradicen con las que han seguido en más o menos el mismo período de tiempo, otras iglesias del exterior, que acogen a los colectivos LGBT, bendicen sus matrimonios y aceptan que mujeres celebren.
Las denominaciones evangélicas se han modernizado en lo que a lo material se refiere. Por ello el miércoles, por tercer año consecutivo, cajeros de viso recogían las limosnas “verifón” en manos, aceptando óvolos en cualquier moneda “tax free”, sin discriminar.
Se trata de una enorme contradicción con el pasado cuando los evangélicos eran pobres, las mujeres vestían faldones a mitad de telas como arroz con coco o pulsianas y tenían que arreglarse el moño sin ningún tipo de aliño, no llevar prendas preciosas, ni pulseras ni relojes, y mucho menos pantalones.
Los pastores de La Batalla de la Fe están opuestos a todo control de los nacimientos. La prensa destacó que en el primer día del 2020 nacieron 566 bebés en los hospitales de la gente pobre. No se entiende que aquí como en Haití se requiera con urgencia de un control de nacimientos.
En su sermón principal, el pastor Ezequiel Molina pidió respeto a la Junta Central Electoral y a las leyes porque “ya somos adultos de la democracia. Este es un año especial, no quisiéramos caos y desórdenes propios de sociedades semisalvajes”.
Los panes y peces
Los evangélicos son grandes recaudadores, grandes negociantes pero rechazan, como lo hizo un día un relacionista público al refutar un artículo que escribí, sugiriendo que las iglesias se llenarían si dispusieran de una porción de los diezmos para saciar a los feligreses.
La historia dice que Jesucristo multiplicó los panes y los peces cuando se le dijo que sus seguidores estaban hambrientos. Lo hizo en por lo menos dos ocasiones. Ahora las riquezas de las iglesias engrosan los bancos para ganar intereses por los diezmos que reciben.
En mi niñez una evangélica vecina de la casa familiar le explicó al pastor que la visitaba que en esa ocasión no podía hacer ninguna ofrenda porque la situación, hace 60 años, era muy mala y que daría como siempre cuando mejorara. “Y el Señor lo sabe”, le recordó.
En los Estados Unidos la avaricia, la gula, la prepotencia y el involucrarse en la política son las mayores críticas que el público suele hacer a los pastores evangélicos, que además, mantienen las iglesias como feudo personal donde el hijo del pastor heredará el púlpito.
La prensa norteamericana y especialmente las televisoras se dan gusto exponiendo las extravagancias de los pastores y tienen, como en otras listas a los 10 más ricos. Sin dudas de la lista no sale Joel Osteen, dueño y pastor de la iglesia Lakewood, de Houston, Texas.
Su templo es considerado como el más grande del país y su estilo de vida es todo lo contrario al de Warren Buffett, incomparable inversionista, y Mark Zuckerberg, el dueño y presidente de Facebook, cuyo t-shirt que aparenta de las pulgas pauta la ruta de moda.
Osteen es un gran predicador, que domina su tema con maestría frente a una iglesia repleta los domingos. Su culto pueden sintonizarse en RD a través del Cable. Casi cayó en desgracia cuando el templo cerró sus puertas tras las inundaciones apocalípticas de Houston el año pasado.
La compasión de los fieles y la fuerza del adoctrinamiento que durante años mantiene el pastor Orseen, los convencieron de sostener el apoyo a la iglesia que cuenta al menos con un jet privado, numerosos automóviles y buses e inversiones en empresas y en la bolsa.
Las presentaciones del pastor Osteen es notoria la ostentación de su altar siempre adornado de flores y su aliño indumentario a la moda, el pelo bien manejado por una estilista y su cara maquillada. Como en La Batalla de la Fe, se puede ofrendar con el dinero plástico.
En la lista de los 10 pastores más afluentes del mundo hay un par de nigerianos y otro de Tailandia. La mayoría son negros americanos que ligan su prédica con los cantos del gospel y la música soul. Políticos en el fondo influyen en las elecciones por las creencias liberales o conservadoras.
Los pastores, al menos de Estados Unidos, justifican recibir donaciones desde donde vengan, como decía el famoso obispo colombiano de Medellín que bendijo las ofrendas del narcotraficante y criminal Pablo Escobar Gaviria, mientras su cardenal Alfonso López Trujillo que hizo cosas peores según las historias.
Listín Diario