Lo que sucedió este domingo en la Asamblea Nacional de Venezuela es la enésima vuelta de tuerca del acoso al que el chavismo sometió al Parlamento presidido desde hace un año por Juan Guaidó y una consecuencia más de su pulso a Nicolás Maduro. Y las maniobras que impidieron la reelección del jefe de la oposición al régimen en la sede del legislativo profundizan el choque entre poderes. La autoproclamación de Luis Parra, disidente opositor acusado de corrupción, en medio de una reunión caótica de diputados que se quedó lejos de parecerse a un pleno parlamentario, y la sesión convocada por la tarde en la sede del diario El Nacional, en la que este fue ratificado en el cargo con 100 votos de 167, complican aún más el panorama político del país.

En Venezuela ya existe una Asamblea Nacional Constituyente, elegida en julio de 2017, que actúa de facto como brazo legislativo del Gobierno. Las fuerzas opositoras no participaron en la votación para elegir a sus miembros porque la consideraron un intento del régimen de desmantelar el Parlamento que dominan desde 2015. Las dos Cámaras se reúnen en el mismo complejo, en distintos hemiciclos, y funcionan de forma paralela. Una apoya la actividad del Ejecutivo y la otra, que fue declarada en desacato por la justicia controlada por el oficialismo, se había convertido en el único órgano que no dependía de los designios de Maduro. Al menos hasta este domingo.

El regreso a la Asamblea de la bancada chavista, pactado en septiembre con un sector minoritario de la oposición, permitió la improvisada y caótica juramentación de Parra. Guaidó, respaldado por la mayoría del legislativo, rechaza de plano ese procedimiento porque asegura que no pudo llegar a la sesión debido a la fuerte militarización de la zona y el bloqueo de sus instalaciones. Su equipo difundió un vídeo en el que se le ve trepar por una de las verjas que rodean el palacio para eludir los controles. Durante el pleno no se estableció un control formal del quórum. La sesión, según Parra, alcanzó los 140 diputados. Pero sobre todo, la votación impulsada por el chavismo y un pequeño sector de la oposición, que defienden haber obtenido 81 apoyos, se produjo en medio del caos más absoluto. Tras la respuesta de Guaidó, que horas después fue elegido con una holgadísima mayoría absoluta en una sesión alternativa, se configura ahora un desdoblamiento también de la Asamblea Nacional.

“Lamento profundamente el bochornoso show de la dictadura para tratar de impedir lo inevitable. A Venezuela le digo: cuentan con una reserva moral importante; con hombres y mujeres que no se entregan. Es un orgullo para mí dirigir junto a ustedes esta Asamblea Nacional”, dijo Guaidó, cuyo entorno lleva semanas denunciando un intento del chavismo de sobornar a diputados de la oposición. El resultado que ratificó Guaidó fue, en cualquier caso, mucho más aplastante que los cálculos que ambos bloques manejaban por la mañana. Su reelección, aunque probable, no era segura. La autoproclamación de Parra fue recibida como un atropello por la gran mayoría de las voces críticas con el chavismo y probablemente contribuyó a cerrar filas.

El político, que hace un año fue reconocido como presidente interino por las principales instancias de la comunidad internacional, quiso además hacer un guiño a los sectores opositores que sí le han dirigido críticas. En un gesto que busca desvincular a Voluntad Popular de las acusaciones de acaparar el poder, anunció su separación del partido liderado por Leopoldo López. Por último, anticipó que el martes sí se celebrará en la Asamblea una nueva sesión ordinaria. Como si nada hubiera pasado. Queda por ver la reacción del régimen, que hoy militarizó buena parte del Municipio Libertador e dificultó las comunicaciones en la zona.

Durante la inauguración de un estadio de béisbol, Maduro cargó nuevamente contra Guaidó, acusándole de no querer dar la cara, y reconoció a Parra como líder del Parlamento.

El País