En esta foto de archivo del 11 de diciembre de 2019, la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez. (AP )

Ocho candidatos inician una enconada disputa para llenar el vacío político que dejó el expresidente Evo Morales, asilado en Argentina y quien no podrá participar en los comicios del 3 de mayo en Bolivia, cuya campaña se pone en marcha el martes.

Ese es el número de postulantes inscritos de momento para la nueva contienda, que se perfila en una puja entre varias figuras opositoras a Morales y el candidato escogido por el partido del exgobernante en el exilio, un tecnócrata que buscaría, además del respaldo indígena, el voto de la clase media, según analistas.

Hasta la medianoche del lunes se podían hacer nuevas inscripciones y la gran pregunta es si Morales podrá registrar su candidatura a senador desde el extranjero.

El partido de Morales, cuyo principal sustento político proviene de sectores indígenas, rurales y populares urbanos, apuesta a la clase media y designó como candidato a su exministro de Economía, Luis Arce, un tecnócrata con estudios en Londres y cuya gestión ha sido elogiada.

“Morales está convocando a la clase media de la que se alejó”, apuntó el analista y exdiputado Carlos Borth. “Eso explica que haya puesto a Arce y no a un indígena. Pero todavía es una interrogante saber cómo le irá en esa apuesta”.

Las desencantadas clases medias jugaron un rol central en la caída de Morales, quien renunció en noviembre tras casi 14 años en el poder cercado por denuncias de fraude electoral en su afán de reelegirse en los frustrados comicios del 20 de octubre.

El escenario ha cambiado completamente desde esa fallida contienda. El expresidente Carlos Mesa, quien obtuvo el segundo lugar en los anulados comicios por detrás de Morales, ahora aparece con menos posibilidades después de que varios de sus aliados se sumaron a otros actores que surgieron de la pasada protesta social, según Bort.

Una de ellas es la presidenta interina Jeanine Áñez y el líder cívico Luis Fernando Camacho, quien encabezó las protestas contra Morales entre octubre y noviembre que dejaron 35 muertos.

Áñez descartó en un inicio postularse para garantizar la transición con elecciones “justas y transparentes”, pero cambió de idea y se lanzó en medio de cuestionamientos con el argumento de que buscaba la unidad y evitar el regreso al poder del movimiento de Morales.

La presidenta interina era una senadora de segunda línea por el minoritario partido de derecha Unidad Demócrata (UD), que fue el gran derrotado en los comicios anulados, aunque su esfuerzo por pacificar el país y encaminarlo hacia nuevas elecciones parecieron catapultarla.

Un primer sondeo de la consultora Mercados y Encuestas, publicado la semana pasada, daba a Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS) –el partido de Morales– 26% de intención de voto; 17% a Mesa y el mismo porcentaje a Camacho. Áñez obtuvo 12%. El estudio, con un margen de error de más o menos 3.47%, fue realizado antes de que la mandataria interina confirmase su postulación.

Si esa tendencia persiste ninguna fuerza obtendría la mayoría suficiente para ganar en primera instancia. El ganador debe obtener el 50% más uno o sacar una ventaja de 10 puntos porcentuales al contrincante más cercano para evitar la segunda vuelta.

A medida que se acercaba el cierre para las inscripciones, la expectativa se centraba en si Morales lograría registrar su nombre como candidato a senador.

El exmandatario fue eliminado de la carrera presidencial tras ser acusado de fraude. Además, el Tribunal Supremo Electoral aclaró que para postular al legislativo es requisito la residencia en el país. En los comicios también se renovará la totalidad de la Asamblea Legislativa.

Desde su exilio en Buenos Aires, Morales presentó una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para pedir garantías y concretar su inscripción después de que la policía incautara a su exsecretaria documentos que son requisitos para el registro.

“Saben que cumplo todos los requisitos legales, por eso roban mi libreta militar. Quieren proscribirme para silenciarme. Volveremos y venceremos”, dijo el lunes desde su cuenta de Twitter.

Patricia Hermosa, la secretaria, fue detenida en un proceso por sedición y terrorismo, cuyo principal demandado es Morales.

El exgobernante indígena monopolizó por 14 años la política en el país andino con amplia mayoría legislativa, controló todos los poderes y encarceló a opositores, pero ahora se encontraba en el bando contrario.

Sus rivales fracasaron en su intento de perfilar una sola candidatura para evitar que la dispersión favorezca a ese partido.

Diario Libre