Por Dr. Sergio Solís Tavera .-
Si de un funcionario con un perfil equilibrado debemos hablar sin lugar a dudas es del doctor Víctor Atallah Lajám actual ministro de salud pública.
La eficiencia de un funcionario se refleja directamente en la tasa de rechazo o aceptación tanto de la población como de la opinión pública o de los medios de comunicación, llámese prensa radial televisada escrita o de las redes sociales.
Ese es el caso del prestigioso médico cardiólogo y profesor de generaciones que anexo a su don de gente como atributo principal, también exhibe como pocos en su hoja de vida un haber profesional extraordinario y notorio.
Es un galeno que sabe escuchar e interpretar de manera humana el sentir del gran cúmulo de pacientes, hombres mujeres y niños de muy escasos recursos económicos que son los que acuden a recibir el servicio de los centros hospitalarios en sus diferentes niveles.
Comprender al ser humano en su momento más difícil que es el proceso donde se ven los cuerpos atacados por virus, bacterias microbios, hongos, heridas, traumas, fracturas, politraumas o enfermedades mentales, es un arte que va más allá del estetoscopio el esfinomanómetro o los grandes o las grandes habilidades técnicas de los especialistas de la cirugía, la ginecobstetricia, etcétera.
En el ministro de Salud Pública nos gastamos un profesional de fuste, un recurso humano de gran valía, con el concepto y el conocimiento de la importancia que amerita el buen servicio para aquellos seres humanos que atraviesan la difícil situación de padecer una enfermedad, o poseer dentro de su cuerpo una masa, un quiste, un absceso, una insuficiencia o un embarazo que anuncia un producto con una malformación congénita y carece de los recursos para asistir al sector de salud privado.
Los dominicanos nos llenamos de honor cuando un profesional de la talla y el prestigio del doctor Víctor Atallah dirige los destinos del Ministerio de Salud de la República Dominicana.
Un profesional de la cardiología con más de 20,000 procedimientos de cardiología nuclear y cerca de 3,000 angiografías coronarias, además de un trabajo social que lo coloca en la frontera de la filantropía. Ese es nuestro ministro de salud, un hijo de Dios llamado Víctor Atallah Lajam.
(El autor es analista social y médico gremialista)